44. Raymond Carver


Nunca me gustó mucho Raymond Carver. Hasta ahora sólo había leído Bajo una luz marina y uno que otro relato, siempre a la merced de pésimas traducciones. Por eso la aparición de sus últimos poemas, en un lugar como éste, al fin del mundo, me ha cautivado como si estuviera ante un último libro de un poeta ancestral, profundo y sabio. Su segunda esposa, su compañera y poeta Tess Gallagher, escribe: “Éste es un último libro y las cosas últimas, como sabemos, tienen sus derechos. No nos necesitan, pero con nuestra necesidad de ellas conmemoramos y hacemos que sea más real esa finalidad que nos rodea y nos plantea nuevamente esa cuestión central de cualquier muerte: ¿Para qué es la vida?” . Raymon Carver nació en Oregon en 1938. Sus relatos son asociados al minimalismo y los críticos le consideran el padre del realismo sucio, que se caracteriza por su tendencia a la sobriedad, la precisión y una parquedad extrema en el uso de las palabras. En la época de su muerte Carver era considerado un escritor de moda, un icono que América "no podría darse el lujo de perder", según Richar Gottlieb, entonces editor de New Yorker. Sin duda era su mejor cuentista, quizá el mejor del siglo junto a Chéjov, en palabras de Roberto Bolaño. Sin embargo, Carver consideraba su obra poética más esencial y el medio con el que mejor expresaba sus sentimientos.
Cuando le diagnosticaron cáncer al pulmón, Carver continuó leyendo los horarios de los trenes que partían de la ciudad en que moriría. Una lista de compras de supermercado, que Tess encontró en una de sus camisas decía: “huevos, mantequilla de cacahuate, chocolate” y luego, después de un espacio en blanco, “¿Australia?” “¿la Antartida?”. La insistente creencia de Ray en su propia capacidad para recuperarse de los reveses durante el curso de su enfermedad y su afán por volver una y otra vez a los versos, incluso hasta el mismo día de su muerte, demuestran plenamente que para él la poesía era una verdadera necesidad. Su inigualable talento para convertir a gente y situaciones vulgares en casos extraordinarios, tan presentes en su obra, se hacen más excelsos y primorosos en sus Poemas Póstumos.
Carver murió en 1988 en Washington, cuando aún no cumplía los 50 años. Aquí les va una gota de su verdad:


T E R M Ó P I L A S

De vuelta al hotel, al contemplar cómo se suelta, luego cepilla

su pelo rojizo delante de la ventana, sumida en privados

pensamientos, con los ojos en otra parte, por alguna razón

recuerdo a aquellos lacedemonios de los que escribió Herodoto,

cuyo deber era defender las Puertas frenta al ejército persa.

Y las defendieron. Durante cuatro días. Antes, sin embargo,

ante la incredulidad de los ojos del propio Jerjes, los soldados

griegos se sentaron como despreocupados, en la parte de fuera

del cercado hecho de troncos cortados, peinando y repeinando

sus largos cabellos, como si se sólo se tratara de otro día de

una campaña que, por otra parte, carecía de importancia.

Cuando Jerjes exigió conocer el significado de aquellos actos

le dijeron: Cuando estos hombres van a perder la vida

antes quieren que sus cabezas estén bellas.

Ella deja su peine de mango de hueso y se acerca todavía

más a la ventana y a la decreciente luz de la tarde. Algo, un

movimiento y un crujido llega desde abajo y ha atraido

su atención. Una mirada, y se desentiende de ello.

43. Los Muebles puros




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42. Dos Muebles en Tàrrega



Ese día llovió. Habían pasado más de 530 días sin que cayera una sola gota de agua en la región de Lleyda, Catalunya. Era el 4 de Abril de este año, y al día siguiente debíamos aprestarnos para bombardear de poemas la ciudad. Coincidía la fecha con el primero de los seis bombardeos que recibió la pequeña Tàrrega, de manos de la Legión Cóndor de Franco, durante la Guerra Civil, en 1938. Pero llovió y nuestra tristeza fue mayor. Días después comprendimos que ese “bombardeo” de agua, llenó de misticismo y gratitud el corazón de los catalanes. Agua al fin. El bombardeo poético finalmente se realizó el 21 de Abril siguiente. Tras la puesta del sol, la plaza central recibió cerca de 50.000 poemas escritos por los alumnos de las 10 escuelas de la ciudad. El autor más joven tiene tres años. Nosotros a esas alturas estábamos de regreso en Londres, sufriendo como siempre, como Muebles puros. A la mañana siguiente, se podía leer en Elpais.com: “la palabra acalló el estruendo de las bombas”. Misión cumplida.

41. Garcilaso y el mar



Esta ciudad era el doble de mi sueño. Un lugar donde rezar y caminar resume, aunque lo evites, todas las actividades del día.
El mar llegó de repente, la tormenta aquí no se termina. El agua entra en la boca, la bruma entra en los ojos. Esto es todo lo que necesito saber. Llevo la lluvia a mi rostro y te miro, respiro.