
Después que la derrota de
Colo Colo, en la final de la copa
Sudamericana, me había tenido no sólo sin dormir sino sin echarme, sin beber y sin comer durante varios días y varias
noches consecutivas, cuando la extenuación y el sufrimiento eran tales que creí en un momento no poder superarlo nunca, pensé en el
poeta viajero, tirado en el pavimento improvisado que da al
Quitapenas, envenenado por un
alcohol malsano, temblando de fiebre bajo la ropa empapada por el
sudor, y que sin embargo al cabo de un par de días se sentía mejor, tomaba al azar un
camino cualquiera, y partía en busca de habitantes
desconocidos. Su ejemplo me tonificó, me devolvió la
esperanza y sentí vergüenza de haber tenido un momento de
desaliento.
El poeta se llama
Pedro Antonio González. Considerado el primer poeta maldito de Chile, murió en 1903 cuando aún no cumplía los 40 años. Oriundo de
Curepto, en la capital se le conocieron
pocas amistades y ningún
familiar. Así, los seres que se aman y que están
separados pueden vivir en el
dolor, pero dígase lo que se diga, no viven en la
desesperación, saben que el
amor existe. Y cuando el dolor arremete por esas cavidades descuidadas del corazón, para el poeta no existía otra estancia:
el Quitapenas. González encontraba allí el vino que borra todos los
dolores, el
vino para despenar.
Oreste Plath, en sus
Apuntes de la memoria, escribió: “
para el poeta Pedro A. González, el Quitapenas era dormitorio, biblioteca, cuarto de tarea y bar”. Ahí se abandona al
sufrimiento como suele abandonarse al dolor físico: extendido, inerte, sin voluntad ni
porvenir, atento sólo al lento escurrir del
elixir, sorbo a sorbo.

Años después, en abril de
1925, un grupo de jóvenes futbolistas vivían momentos difíciles al ser marginados de su club
Magallanes. Parecen caminar sin rumbo, por uno de los barrios más antiguos y
tristes de la ciudad, a pasos de los cementerios Católico y
General. A lo largo de las calles negras y heladas, los
locos, los enfermos, los pobres y los
condenados. Entonces encuentran refugio en el
Quitapenas, y el resultado es asombroso. Como condenados a ser héroes y santos, en medio de una euforia inexplicable, deciden formar el club más importante del país,
Colo Colo. Héroes a la fuerza eso sí, porque no les importan a nadie y ellos tampoco se interesan en los asuntos pequeños de este mundo.
El día después de ese
maracanazo chileno, esa mañana del jueves
14 de Diciembre del 2006, seguro viví uno de mis días más tristes. La
vida está colmada de acontecimientos que nos hacen desear volvernos más
viejos. Sin embargo, no haríamos nada en este mundo si no fuéramos guiados por ideas
falsas y
equivocadas. Ideas como las que me llevaron silbando por uno que otro
lugar irreal, por la Av.
Recoleta hacia el norte, hasta dar con
el Quitapenas,- Caballero, en qué puedo servirlo
- Un
vino para despenar, por favor.